10 lecciones que nos está dejando el Mundial de Rusia (totalmente aplicables a la gestión pública)

El Mundial de fútbol es, según dicen, el segundo acontecimiento deportivo más importante. Muy posiblemente lo sea, aunque a mí que ni me lo comparen con mis JJOO. No se puede negar, desde luego, que levanta pasiones, y que países enteros se conjuran frente a la pantalla (los más forofos en el mismo estadio donde juega su selección), para empujar a los suyos con una especie de telequinesia. Al final del partido: éxtasis o tragedia; índice de natalidad disparado o depresión. El fútbol es así.  nos está dejando sorpresas, emociones, alguna jugada para la galería, y, al menos, 10 enseñanzas totalmente aplicables a la moderna gestión pública. Aquí van:

1.- Para tener éxito hay que actuar. Si no podemos conseguir la excelencia, buena cosa es la eficiencia, y si no llegamos a alcanzar esta, puede ser aceptable la mera eficacia ¿Qué hemos visto en el Mundial? Que de nada sirve tener la posesión del balón si no marcas. España, Argentina y Alemania, los tres equipos más dominantes de la primera fase, cayeron pronto eliminados. En otros deportes como el baloncesto o el balonmano existe una limitación del tiempo para cada posesión, y por eso son deportes más dinámicos. El objetivo del juego es ganar, y para hacerlo resulta imprescindible marcar goles entre los tres palos. Por eso tanto da si mantienes durante mucho tiempo el manejo del balón, sobre todo si lo haces en áreas del terreno de juego alejadas de la portería, porque para marcar hay que tirar, y si el equipo que se encierra y juega al contraataque finalmente tira a gol más veces que el que domina, seguramente tendrá más posibilidades de vencer. En la gestión pública hay que actuar, hacer, asumir riesgos, intentar, tomar decisiones, no marear la perdiz… Ojalá siempre pudiéramos jugar bonito pero a veces debemos ser resultadistas, porque no hay tiempo ni medios para florituras.

2.- De nada sirve tener al mejor jugador. El fútbol es un deporte de equipo. La gestión pública también. Cristiano y Messi, pese a que los jóvenes vienen apretando, probablemente siguen siendo los dos mejores jugadores del mundo, pero están eliminados porque los equipos a los que se han enfrentado han sido mejores en su juego coral. En lo público no hay estrellas, sino un grupo más o menos bien avenido de personas normales, no necesariamente brillantes pero con buena actitud, que suman en pos de un mejor servicio público buscando el interés general.

3.- El tamaño no importa. Croacia, uno de los equipos más potentes del campeonato, es un país más bien pequeño. Dinamarca es un estado grande en extensión pero realmente poco poblado y muy frío para la práctica del deporte al aire libre, aunque ha llegado más lejos por ejemplo que Alemania, un gigante de 82 millones de personas y con una tradición de fútbol brutal. En Argentina hay más licencias de jugadores de fútbol que habitantes tiene Islandia, una selección a la que no pudieron ganar. En otro orden de cuestiones tenemos que la selección Japón, un país ciertamente muy poblado, tiene no obstante unos jugadores de complexión física pequeña, lo cual no le ha impedido competir perfectamente contra los más atléticos rivales y hacer un gran papel en el campeonato. Todo esto me recuerda aquello que siempre digo de que para ser Smart City no hace falta ser “ciudad”, entre otras cosas.

4.- El dinero tampoco importa. Siguiendo el razonamiento, aquí podríamos comparar el PIB de alguno de los países mencionados, una cifra que mostraría unas distancias desde luego mucho más grandes que la diferencia de nivel deportivo entre las selecciones. Si hablamos del dinero de los jugadores, vemos como deportistas amateur compiten de tú a tú contra millonarios súper profesionales ¿Cuántas cosas se han dejado de hacer en la Administración, incluso se han dejado de intentar, alegando falta de dinero? No se discute, que conste, la falta de medios de alguna entidad, sino la impepinable y recurrente necesidad de disponer de tantos medios para poder hacer las cosas bastante bien.

5.- La tecnología mejora la legalidad y la transparencia. Me encanta eso del VAR (video assistant referee). Cumple todas las premisas de la transformación tecnológica de los procesos: es un instrumento para la mejor salvaguarda de la legalidad (en el caso del fútbol quizá la expresión sería “justicia deportiva”), es transparente, es objetivo… Pero, no obstante todo lo anterior, no deja de ser un asistente, un instrumento tecnológico que necesita de la supervisión de una persona, el árbitro, quien puede aportar su criterio interpretativo humano basado en su experiencia y en el sentido común, y que por ello aparece siempre como responsable último.

6.- El portero es muy importante. Decíamos antes que el objetivo del juego es marcar goles, pero en puridad sería marcar al menos un gol más que el contrario, por lo que resulta fundamental tener la portería protegida. Y resulta aún más importante, si cabe, cuando tu capacidad ofensiva o anotadora no es muy alta, porque si metes 4 goles como Francia te puedes permitir el lujo de que Argentina haga 3, como así fue, pero si tu potencial es inferior quizá tienes que plantearte como (digna) meta un efectivo 1-0 ¿Cuántos goles nos meten, en el día a día, en la gestión pública? Algunos, muchos, bastantes, demasiados… Pues ya sabe: si usted normalmente anota muy pocos goles mejor que no encaje ninguno.

Iniesta
Como bien saben los aficionados (y muchos no aficionados), esta imagen no pertenece al Mundial de 2018, sino al de 2010…

7.- No se puede vivir de rentas. Esta vale para el deporte, para la Administración, y para todo en la vida en general. En efecto, de nada sirve lo que has hecho en el pasado, incluso si hablamos de un pasado exitoso. Alemania, la última campeona del mundo, está eliminada. Portugal, la actual campeona de Europa, también. Y también España, que en la última década ha ganado dos veces el campeonato de Europa y una vez el Mundial. Pero todo eso pasó. Hoy es hoy, ahora es ahora. El partido hay que jugarlo. Los antecedentes no cuentan. No hay favoritos. No te confíes: gana ahora, gana hoy.

8.- Hay que renovar las plantillas. Hablábamos antes de los mejores jugadores del mundo, pero… ¿Quien es el mejor jugador de lo que llevamos de Mundial? Sin duda uno de los más determinantes está siendo el francés Kylian Mbappé, de tan solo 19 años. En la selección española hace años que se habla de “relevo generacional”. Servidor ha mirado y admirado, ya por última vez en un Mundial, a nuestro Andrés Iniesta. Sigue destellando su enorme calidad pero su físico, incluso su aspecto, genera cierta nostalgia al mostrar el inapelable paso del tiempo. Los citados Messi y Cristiano han superado la treintena, por lo que teniendo en cuenta que el Mundial se celebra cada cuatro años es probable que se retiren sin haber levantado jamás la Copa de la máxima competición de selecciones. En la Administración se acumula mucho talento (y sabiduría) “sesentón”. Ya hablamos en su momento de este tema, un problema que al mismo tiempo genera sus propias soluciones. De lo que no cabe duda, en todo caso, es de que la vida sigue, las personas cambian y las instituciones permanecen. Debemos aceptarlo y gestionarlo con normalidad (y cierta inteligencia).

9.- La estética no importa (la ética, por cierto, sí). No vamos a hablar de lo feas (perdonen ustedes) que son algunas equipaciones, lo cual evidentemente suponemos que no afecta al juego de los futbolistas que tienen la desgracia de vestirlas. Tampoco vamos a hablar, aunque podríamos, del atractivo físico de los deportistas, alguno de ellos autodenominado en su momento “guapo, rico y el mejor” (y de poco le ha servido), y otros con un reconocido atractivo: los daneses son altos, rubios y de ojos azules; mientras que los italianos, que ni siquiera se clasificaron para el mundial, son no obstante la elegancia personificada vistiendo impecablemente de Armani. Sí podemos hablar de “juego bonito” y “juego feo” (siguiendo cánones estándar con los que no siempre estamos de acuerdo), y podríamos volver a anteponer la eficacia al mareo de la perdiz, la práctica a la teoría, y la realidad a los juegos de artificio. Yendo a la Administración, ya saben que existen ciudades etiquetadas como Smart simplemente por lucir una tecnología brillante y de colores, pero que luego no tienen sede electrónica o no son interoperables. Está bien ser y parecer, pero al menos ser. La estética, por tanto, no importa demasiado. La ética sí, en el deporte (fair play) y en la Administración (buen gobierno).

10.- No hay que agotar el tiempo (los plazos). Es mejor resolver las cosas cuanto antes. Qué duda cabe de que es difícil marcar siquiera un gol a un equipo que se cierra y simplemente se dedica a destruir lo que tú creas, pero ya hablamos antes de “chutar”, de intentarlo. Y de innovar si haciendo lo mismo no obtienes resultados. Hay que probar suerte, siendo un poco más incisivo, rápido y audaz. El problema de que avance el crono en una partido eliminatorio del Mundial, es que si nadie rompe el resultado de empate el partido se va a la prórroga. Desde luego no es la situación ideal, entre otras cosas porque aunque termines ganando, el desgaste físico y mental ocasionado por esta exigencia competitiva adicional podría ser determinante en el siguiente partido, aunque bendito cansancio si te clasificas… Pero lo peor de todo es que termine la prórroga sin un vencedor, porque entonces todo se decide en la coloquialmente llamada “lotería de los penaltis”. Es mejor no llegar ahí, sobre todo si tienes potencial para resolver el partido mucho antes, porque ciertamente ya en esas lides no importa tanto la calidad y de hecho puede ocurrir cualquier cosa: los mejores jugadores, quizá atenazados por la responsabilidad, fallan; mientras que los porteros pueden desatar arrebatos finales de inspiración (en realidad es una mezcla de agilidad, psicología e intuición). En la Administración esto tiene que ver con las vacatio legis, con los plazos máximos para resolver o para dar cumplimiento a una Ley, y en general con todo aquello que nos acaba comiendo por no afrontarlo y abordarlo en su momento. Hace años se decía que este 2018, curiosamente el año del Mundial, es cuando entraba en vigor todo. Si queremos implantar la administración electrónica por penaltis nos encontraremos con que, valga la etimología, esto nos va a penalizar. Esta es una Copa, la de la administración electrónica, que ya no ganaremos… Pero al menos vamos a dar buena imagen. Perder, cuando uno ha hecho todo lo que ha podido, no duele tanto.

Y de regalo (11), una lección de humildad, ética deportiva y civismo¡bravo por la selección de Japón!

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