Siempre es saludable la celebración de foros para superar la distancia entre la teoría y práctica de la Gestión Pública. Esta semana se ha celebrado el XXII Congreso del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD), en Madrid (en la sede del Instituto Nacional de Administración Pública), un espacio donde cada año se dan cita cientos de personas que pertenecen al sector público y las instituciones académicas, en busca de consolidar un diálogo que, a veces, no es fácil. Diferentes motivos provocan la distancia, sin embargo, el CLAD colabora para superar esas barreras y hacerlo dentro de todo el espacio geográfico de habla hispana. Su congreso anual es el mayor que se realiza sobre reforma y modernización del Estado y de la Administración Pública en Iberoamérica.
En caliente, casi sin tiempo para reflexionar, la participación en este congreso me permite insistir en que algunos de los problemas tradicionales de la Gestión Pública siguen ahí contantes y sonantes, si bien emergen otras cuestiones nuevas ligadas, sobre todo, al cambio tecnológico y la complejidad de los problemas sociales actuales. Algunas preguntas clásicas siguen vigentes, claro, ¿cómo superar las barreras que imponen las burocracias clásicas? ¿Cómo evitar la corrupción y la falta de integridad en el servicio público? ¿Cómo articular correctamente la relación entre la esfera política y administrativa? ¿Cómo lograr un buen gobierno y una buena administración? Junto a éstas, emergen otras preguntas nuevas: ¿cómo conseguir unos gobiernos y administraciones públicas que sean verdaderamente transparentes, abiertos y que rindan cuentas de sus acciones? ¿Cómo lograr que la digitalización de la Administración Pública genere valor social? ¿Cómo facilitar que la colaboración entre administraciones públicas, empresas y ciudadanía mejore la solución de los problemas públicos? ¿Cómo lograr nuevas maneras de desarrollar la innovación pública? Muchas preguntas, seguramente, pocas o muy pocas, respuestas.
A nivel personal, he tenido la oportunidad de colaborar en diversas actividades, siempre rodeado de buenos amigos y colegas. Primero, tuve ocasión de encontrarme con la emergente comunidad de la Red Académica de Gobierno Abierto, que cuenta con Ester Kaufman como principal adalid, y en la que compartí la experiencia investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid. Por otro lado, me encargué de la coordinación del panel en el área de Gobierno Abierto: Las personas como motor de cambio en el gobierno abierto: analizando el capital humano de las administraciones públicas a partir de la experiencia internacional (junto a Rita Grandinetti, Patricia Nari, Miquel Salvador, Olga Ramírez Hernández y Edgar Ruvalcaba, y a la distancia Diego Pando). Este panel inauguró una metodología de presentación de ponencias del Congreso más dinámica y participativa (aunque todavía no estoy seguro de si más exitosa).
Otras actividades en las que intervine también fueron también altamente satisfactorias. Presenté el libro del que soy co-editor (junto a Ramón Gil-García y Juan Carlos Téllez): Tecnologías de la Información y Comunicación en la Administración Pública. Conceptos, Enfoques, Aplicaciones y Resultados, que es posible descargar de manera abierta. También se realizó una presentación especial sobre NovaGob, bajo el título Las redes de empleados públicos: la creación de ecosistemas de innovación pública y su impacto en las organizaciones, así como otra sobre el proyecto europeo TOGIVE, en el que participo. En definitiva, una semana de trabajo intenso.
Finalmente, termino con el agradecimiento a Gregorio Montero, ahora que conocemos que pronto completará su etapa al frente de la Secretaría General del CLAD. Para quienes conocemos el CLAD desde hace años sabemos la importancia de su trabajo en la evolución de esta organización a lo largo de estos últimos seis años, sobre todo, por su capacidad para involucrar, conectar y generar una comunidad en torno a la mejora en la Gestión Pública iberoamericana. Se marcha, pero se ha ganado el afecto de todos por su cercanía, apertura y empatía. Muchas gracias por todos estos años, Gregorio, y te deseo lo mejor en el futuro, que seguro seguirá siendo muy exitoso. Allí nos encontraremos.