Las 10 cosas más absurdas que hace la Administración

Resulta difícil hacer un listado con el TOP10 de las tonterías más grandes que se hacen en la Administración, porque son muchas las rutinas antediluvianas, costumbres tan consolidadas como ineficientes, que se apoderan de los procedimientos, dando pie a modus actuandi ridículos y que increíblemente nadie o muy pocos discuten. Resumiendo mucho, las diez cosas más absurdas podrían ser las siguientes (sin ánimo de exhaustividad):

1.- Pedir el Ayuntamiento a un ciudadano un certificado de empadronamiento. Claro, porque un Ayuntamiento no sabe si estás empadronado o no en el municipio.

2.- Pedir el Ayuntamiento a un ciudadano un certificado de no tener deudas con el Ayuntamiento. Claro, porque un Ayuntamiento tampoco sabe si uno de sus contribuyentes está al corriente del pago de los tributos municipales. Eso no aparece en ningún lado, y si apareciera tampoco se puede consultar (o interoperar) la información de un departamento a otro.

3.- Tramitar todo un expediente de devolución de ingresos indebidos por importes muy pequeños, en ocasiones inferiores a 5 euros, en lugar de realizar la devolución y simplemente contabilizarla.

4.- Redactar los escritos, notificaciones y comunicaciones destinados a todos los ciudadanos en un lenguaje que entienden únicamente el 5% de los ciudadanos (ver aquí).

5.- Publicar los modelos de instancias en Internet sin posibilidad de presentarlos telemáticamente. Alguien dirá que esto es mejor que ni siquiera disponer de esta información on line. Obvio. Pero entenderán que no podemos defender un sistema orientado a que los ciudadanos impriman sus instancias e igualmente se tengan que desplazar a los registros presenciales de la Administración.

Circo
Así son (o eso parece) algunas Administraciones Públicas

6.- Exigir a sus trabajadores, milimétricamente, la acreditación de las horas de trabajo “fichadas” (que supuestamente equivalen a las trabajadas) en lugar de exigir un rendimiento o el cumplimiento de objetivos. Ya, pero ¿de qué sirve calentar la silla? ¿Para cuándo la evaluación del desempeño?

7.- Interpretar la Ley (cuando es interpretable y no inequívoca) en contra del interés general. Inexplicable esta especie de autoboicot, salvo por razones más psicológicas que jurídicas, relacionadas con una pérdida de noción de la realidad. Aquí entran en juego los de la “brigada aranzadi”, expresión acotada por mi amigo Antonio Díaz Méndez.

8.- Gestionar la compra de billetes de avión de forma paralela a la gestión del gasto en lugar de comprarlos directamente. Esto es muy ridículo, porque si se compra el billete con antelación su precio es muy inferior al que posteriormente tenemos que pagar cuando se termina de gestionar el procedimiento por parte del departamento económico, y es obviamente más caro porque ya está mucho más cercana la fecha del viaje (además de que el importe de los billetes oscila constantemente, con lo cual quizá habría que realizar alguna rectificación de errores).

9.- Tener portal de transparencia pero luego mangonear en los contratos públicos (adjudicaciones dudosas, fraccionamientos y modificados ilegales, abuso de la contratación menor, etc…). Francamente contradictorio ¿verdad?

10.- Y para acabar una políticamente incorrecta (si es que no lo son todas): nombrar como asesor del político a una persona mucho menos preparada que el propio político. Desgarrador.

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