Los 23 pretextos más absurdos en contra del teletrabajo

Pocos han hablado y escrito tanto sobre el tema como un servidor. Y desde hace tiempo además, porque no es nuestro estilo practicar el oportunismo ni mucho menos la incoherencia. Como anexo a la presente entrada hemos recopilado todos los artículos sobre el trabajo a distancia que, en diferentes medios (prensa, revistas especializadas, en Nosoloaytos…) hemos publicado en los últimos dos años exponiendo nuestra visión teórico-práctica (este segundo aspecto era importante, porque hasta ahora pocos empleados públicos lo habíamos disfrutado).

En cuanto al teletrabajo que hemos desempeñado los empleados públicos estos meses, es evidente que no es el teletrabajo ideal, y que no ha sido buscado sino impuesto por las circunstancias. Pese a todo, como mínimo ha quedado demostrado que se puede teletrabajar, y además con un rendimiento más que aceptable. Ya he dicho en más de una ocasión que estoy orgulloso del paso al frente que han dado la inmensa mayoría de los compañeros. Por todo esto, y por algún motivo más relacionado con el futuro del planeta, también es evidente que el teletrabajo ha venido para quedarse. De momento en poco tiempo ha pasado de ser una modalidad de desempeño con notables ventajas (conciliación, ahorro, reducción de emisiones tóxicas…) a una necesidad.

Sin embargo todavía hay (mucha) gente en contra. Pero lo peor no es estar en contra, porque quiero pensar que seguimos teniendo nuestra sagrada libertad de expresión. Lo peor, con diferencia, son los argumentos, muchos de ellos pobres y más de uno ridículo. Repasemos los 23 más absurdos (en honor a Jordan, no se pierdan su documental «The Last Dance»), dispuestos en orden inverso, como las cuentas atrás de la NASA:

  1. ¿Y si llaman? Habrá que atender al público…

Pues si llaman al teléfono institucional, se coge. Tener las llamadas derivadas para poder atender desde casa es de primero de teletrabajo.

  1. “¿Quién me paga la conexión a Internet?”

Lo de querer que a uno le paguen la conexión a Internet parte de la premisa de que, por algún motivo, no contrataron tarifa plana (cosa que nadie hace hoy en día). Es cierto que en un sistema de teletrabajo ideal también la conexión iría a cargo de la empresa, y que ahora mismo, salvo excepciones, no es así, pero resulta difícil de creer que a algún trabajador ese gasto ¿extra? de Internet le esté acarreando un coste adicional. Y si de verdad fuera así… ¿Ese coste es, por ejemplo, superior al de la gasolina que se está ahorrando? El teletrabajo es más barato para todos, también para el trabajador, y resulta muy fácil rebatir a quienes defienden lo contrario.

  1. “No es posible medir la productividad”.

Claro, no como en persona, que se mide de maravilla… Tanto fichas, tanto vales.

  1. “Ya se reanudan los plazos. Hay que ir a trabajar para continuar tramitando los expedientes”.

Esta, además de absurda, es bastante insultante para los empleados públicos (y no es la única). Maneja una premisa falsa, la de que desde el día 14 de marzo hasta el 1 de junio, cuando se reanuden los plazos, llevaremos la friolera de 2 meses y medio sin tramitar e incluso sin trabajar en absoluto. Eso es mentira, y de las gordas, además de que encierra una buena dosis de malicia. Por si fuera poco lo anterior, se niega y reniega una vez más el formato electrónico, por lo que, pensando en papel, evidentemente es más fácil argumentar que desde casa no se tramita.

  1. “Requiere mucha autodisciplina”.

En efecto. ¿Y…?

  1. “Van a acabar externalizándose los puestos de trabajo”.

Esta tiene “su aquel”, pero no es del todo correcta. Uno de los problemas actuales de las organizaciones públicas es que tenemos unas plantillas que responden a unas necesidades de servicio público de hace 20 años. Nuestras antiguas estructuras no pueden dar respuesta a la enorme complejidad que envuelve a la gestión pública en el momento presente. La necesidad de incorporar o al menos de disponer de perfiles especializados para cubrir las nuevas exigencias legales, funcionales y sociales, unida a la dificultad de ampliar dichas plantillas, convierten la externalización en algo prácticamente inevitable. Para ser precisos, más que de externalización, hablaríamos de contratos de servicios. Y claro, asumida esta necesidad, a partir de ahí es evidente que muchos de estos servicios para el Ayuntamiento se van a prestar de forma telemática. Dicho todo lo cual, no vemos por qué esta problemática puede representar un argumento en contra del teletrabajo.

  1. “Ya está todo el mundo trabajando: si abren los bares y los comercios no podemos seguir quedándonos en casa”.

Hay personas que razonan que “los bares están abiertos, ergo no se puede teletrabajar” y las parece inapelable. Sí, ya veo que han abierto. En efecto, están trabajando. Nosotros también. Evidentemente un bar no puede teletrabajar, pero el personal de oficina sí. Cuantos menos seamos pululando por la calle, mejor.

  1. “Desde que estamos teletrabajando se han producido más infracciones de la LOPD”.

Si la LOPD (y GDD) en lugar de ser una Ley Orgánica fuera una persona, le pitarían los oídos continuamente de la cantidad de veces que se la menciona (casi siempre en vano). Recuerdo la época en la que la LOPD del 99 era una total y absoluta desconocida. El caso es que era una Ley importantísima, pero estaba absolutamente ninguneada. Empezaron a acordarse de ella a medida que iba prosperando la administración electrónica. Curioso.

  1. “El ROF no permite sacar los expedientes de la casa cosistorial”.

Esta podría ser una variación de una que ya expusimos: “No podemos. No está implantada la administración electrónica”, aunque en este caso es un poco más específica. No cabe duda de que el razonamiento es inapelable: el ROF, una norma de 1986 que evidentemente no contempla la posibilidad de que los expedientes sean electrónicos, no permite sacarlos fuera del Ayuntamiento, por lo que no se puede teletrabajar con expedientes y, en consecuencia, no se puede teletrabajar. ¡La mente de los funciosaurios nunca descansa!

  1. “Yo no me creo que los funcionarios a las 8 de la mañana estén caralordenador”.

Esta es una de mis preferidas, muy sintomática de la desconfianza. Pero es terrible, porque parte de varias premisas altamente reaccionarias. A saber: nos pagan por cumplir un horario (“a las 8 de la mañana…”), nos pagan por estar caralordenador (parece que es suficiente con que estemos orientados hacia el PC, “cara al”, no necesariamente trabajando), y, la peor de todas, si nadie nos controla nuestra tendencia natural es la de vaguear. Somos lo peor.

13.“El teletrabajo quiebra el principio de igualdad”.

Este pretexto en contra del teletrabajo es brutal. De hecho existen perfiles, normalmente sindicales, que apelan al principio de igualdad cada vez que ven dos cosas que no son exactamente iguales: por ejemplo dos nóminas (aunque a su vez correspondan a dos puestos de trabajo totalmente distintos). Como dijo @alorza, “hay que cortarse un brazo para estar en igualdad con los mancos”. Es cierto, esto es algo muy cultural de este país. No se tolera que otro tenga algo que tú no tienes, aunque no te perjudique absolutamente nada. Conclusión: todos como el manco, es lo más “justo”…

  1. “No puedo teletrabajar porque no tengo impresora”.

Pues sí, porque aunque puedas hacer absolutamente todo lo demás, si finalmente no puedes imprimir y generar papel (y tocarlo, acariciarlo, olerlo) tu trabajo siempre va a estar incompleto.

  1. “Cuando acabe el plazo que da el RDL 15/2020 no se podrá teletrabajar nunca más”.

Claro, cuando el teletrabajo deje de ser preferente ya “no será”, ni preferente ni nada. Mientras tanto, la privada sacando miles de ofertas de trabajo para su desempeño a distancia (contratos de larga duración). Otras empresas han hecho teletrabajadores a todos sus empleados. Pero la Administración quiere presentismo, que debe ser lo mejor del mundo para algunos porque como hemos visto lo defienden como si les fuera la vida en ello. En fin. Esta perla de frase suele ir de la mano de otra: “Cuando acabe el estado de alarma ya no se podrán celebrar Plenos telemáticos nunca más”. Más radicales no pueden ser los que dicen esto: “no se puede”, “ni parcial ni mucho menos totalmente telemático”. Y además “nunca”… ¡Pero es que no veis que os vais a hartar de hacer reuniones telemáticas de aquí a que os jubiléis? (incluso más allá).

  1. “Ya sé que Menganito no trabaja nada, pero que venga, y por lo menos está en su sitio”.

Pues sí, porque lo grave no es que no haga absolutamente nada, cosa que toleramos de buen grado, lo grave es que su su mesa esté vacía. Pero, digo yo, si lo que quieren es ver un monigote… ¿Por qué no colocan en su sitio un espantapájaros vestido con su ropa?

  1. “Hay que volver ya. Es una cuestión de imagen. La gente piensa que no estamos trabajando”.

Parecida a la anterior. Lo importante es la estética, no la ética. Por desgracia esta la hemos escuchado bastante en los últimos días. Queda claro que los defensores de este planteamiento prefieren claramente a un empleado que está pero no trabaja a uno que trabaja pero no está.

  1. “No se puede teletrabajar si los plazos están suspendidos”.

Es públicamente conocida mi opinión sobre la suspensión de plazos, máxime cuando esta ya se prolonga más de dos meses, por lo que no me voy a repetir en este momento. Ahora bien, ampararse en dicha suspensión para argumentar que no se puede trabajar (ni a distancia ni en persona), dando a entender que si se suspenden los plazos no hay nada que hacer, es absolutamente lamentable. ¿No era tan importante la estética? Pues este razonamiento nos hace quedar como unos vagos nauseabundos.

  1. “Yo prefiero que vengan los funcionarios, al menos los ves”.

De los creadores de la aludida “Que venga Menganito, que no trabaja, y al menos está en su sitio”, llega “Que vengan todos los funcionarios, los que trabajan y los que no, y por lo menos se ve ambiente”. Yo he llegado a escuchar que hay que ir porque “hay que estar al pie del cañón” (esta podría ser sin duda otra frase de nuestra selección). Y mi respuesta fue “¿Qué cañón? Hoy en día no se va a la guerra con cañones, sino con misiles teledirigidos”. Por lo demás, yo no tengo especial interés en ver físicamente a un compañero (y menos en estas circunstancias), lo que quiero ver es su trabajo.

  1. “No se puede firmar a distancia”.

Recupero esta reflexión de nuestra entrada “Los prescindibles“:

“Yo mismo sufrí continuos ataques hace tan sólo unos meses (¡nada menos que en 2019!, no en 1985), porque determinadas personas opinaban que un secretario de Ayuntamiento no puede teletrabajar, ni siquiera unos días, entre otras cosas porque la fe pública consiste en el cotejo de un original que hay que ver, asir y contrastar con la copia, y que la firma electrónica nunca será lo mismo que el garabato. La Corporación, confundida ante estas quejas, iba a pedir un informe externo para verificar este extremo porque, en efecto, la cuestión le resultaba francamente dudosa. Y todo esto ocurrió, no el primer día, sino después de haber teletrabajado eficazmente ya varios meses… ¿Por qué damos tanta cancha a la malicia o la ignorancia?”

  1. “El teletrabajo no es seguro. Hay hackers”.

Decir que no se puede teletrabajar porque hay hackers (más bien crackers como apuntábamos), es como decir que no te puedes duchar por si te resbalas en la ducha, o que no puedes hacer deporte por si te haces un esguince de tobillo. Por otra parte, que llevemos muchos años implantando medidas de cumplimiento del ENS, auditorías de seguridad, LOPDGDD, Estrategia de Ciberseguridad, NTI…, algo debe influir en que el sistema sea más seguro. Por último, y hablando de temores: ¿cómo puede ser que personas tan miedicas no teman más a los virus que atacan a las personas que a los que atacan a las máquinas?

  1. “Con el teletrabajo hacemos la Administración menos humana”.

No es cierto. De hecho el trabajo colaborativo y “en equipo” (superando la clásica y rígida departamentalización) se ha desarrollado mucho durante estas semanas. Es cierto que también nos han unido las circunstancias, pero a nivel personal puedo decir que he desarrollado relaciones de empatía y aprecio con algunos compañeros que hubieran sido insólitas antes de esta situación. Por otra parte, las reuniones telemáticas tienden a ser más eficientes que las presenciales. La sensación de que se debe ir “al grano” es mucho mayor, y como es probable que en media hora tengamos otra reunión adoptamos enfoques más resolutivos. Por último, es cierto que no nos vemos la caras “en persona”, pero ¿cuando estamos en la oficina esto es muy distinto? No seamos hipócritas. Hay algún defensor de la “humanización” de la Administración que no sabe ni como se llama su compañero de la mesa de al lado (ni le importa).

  1. “No podemos. No está implantada la administración electrónica”.

– La gente no está teletrabajando pq no tenemos administración electrónica. Deben volver inmediatamente

– Claro… Le gusta el fútbol?

– Sí, pero qué tiene que ver?

– Imagine q su equipo queda el último de la liga y luego alegan q no han entrenado

– Sería para matarlos!

– Exacto

  1. “No se puede teletrabajar porque hay niños en casa”.

Ya, pero lo normal es que no los haya. No cabe confundir el teletrabajo improvisado y coyuntural que hemos desarrollado estos meses (con mucho más éxito del que cabía esperar, por cierto) con el futuro teletrabajo perfectamente articulado. Cuando los niños estén en el colegio, no estemos confinados en casa, tengamos más medios y trabajemos por objetivos, esto solo puede ir a (mucho) mejor.

  1. “Cuando se teletrabaja se trabaja mucho menos, porque nadie te controla”.

Mentira y de las gordas. Se trabaja más. Repito: en casa se trabaja más. Y lo hemos visto estas semanas en las que muchos podréis dar fe de lo que algunos ya sabíamos: si uno no dice “basta” puede acabar totalmente agotado. Un buen profesional no trabaja porque le vean. Ni para que le vean. Quien se hace responsable de su trabajo no necesita un jefe desconfiado que le respire en la nuca y, en el extremo contrario, un teletrabajador que no produce no es más que un trabajador que hace el vago en otro formato. Pero lo que yo he vivido, y lo que he visto en otros compañeros, es que la dedicación es mucho mayor, y el no tener horario (olvídense de que se controle o no, porque eso es lo de menos), hace que uno trabaje más horas. La conclusión es que el gran peligro del teletrabajo no es trabajar poco sino trabajar demasiado. Por eso está muy bien traído el derecho de desconexión que incorpora la LOPDGDD en 2018.

Y hasta aquí los 23 pretextos más absurdos en contra del teletrabajo. No se crean que la cosa para aquí. Los más resistentes no dejan de parir pretextos absolutamente ridículos: «el teletrabajo no te permite salir de casa; para estar encerrado igual mejor vas a la oficina» (claro, porque teletrabajo como muy bien sabemos todos es «trabajo desde casa», y no «trabajo a distancia»), o «el teletrabajo no puede imponerse» (¿alguien lo ha hecho?), o «alguna vez habrá que ir» (perfecto, de hecho abogamso por el desempeño mixto: teletrabajo-trabajo presencial), o «ahora ya se puede ir a la segunda residencia, por lo que se podría dar el caso de que un un trabajador trabajara desde la playa» (lo cual sería horrible, mejor chafardear en la oficina gastando aire acondicionado). Y podríamos seguir…

¿Cuál es tu pretexto preferido? ¿Se os ocurre alguno más?

Anexo. Nuestros artículos sobre teletrabajo (selección):

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