Neutralidad de la red: libertad y después

El tema se ha instalado en la mesa de conversación de una forma que preocupa, pues se ha mezclado lo filosofal con lo pragmático de la tecnología, teñido en algunos casos de política e intereses comerciales. En este contexto el tema debe volver a los canales serios de discusión, propendiendo el beneficio al usuario final de la red, pero sobre todo en respeto a las libertades y el acceso irrestricto a Internet como derecho humano declarado por Naciones Unidas.

De una forma sencilla, acuñando la definición tradicional, podemos decir que la neutralidad de la red es un principio por el cual el tráfico de datos no es alterado de manera alguna para privilegiar cierto contenido sobre otro. Es así que la red neutral es aquella que permite que un paquete de datos viaje de un punto a otro de dicha red, sin alteraciones de su contenido. Luego me permitiré disentir con esta definición tan popularizada.

En términos estrictos muchos argumentan que esto es una utopía, todo paquete de datos es, en cierta forma, alterado en el trascurrir de su viaje de un punto a otro, dicen algunos especialistas técnicos. En lo personal considero demasiado fino el buscar tales alteraciones que en definitiva radican en aspectos técnicos muy específicos y no en el contenido en los términos a los que refiere el espíritu de la neutralidad que nos convoca.

El término fue acuñado, cabe recordar, por el profesor Tim Wu en 2003, y refería a una extensión de los criterios de las operadoras telefónicas, por lo que podríamos preguntarnos cuánto de aquella idea sobrevive hoy y si no ha sufrido una adecuación necesaria.

Veo a la neutralidad de la red básicamente de dos formas en las que puede ser afectada o comprometida. En este punto debo disentir con la definición tradicional que aborda el tema desde la alteración de los paquetes de datos, ya sea manipulando directamente los paquetes mismos o el tráfico de éstos, donde lo que se manipula es la infraestructura física o lógica empleada para la comunicación de dicho paquetes.

Si bien la definición tradicional y popular es correcta, atento a lo que he mencionado precedentemente, existe una idea ausente de esta definición y es la manipulación o afectación de la neutralidad, sin alterar los paquetes o la infraestructura física o lógica.

Podemos comprometer la neutralidad de la red ensayando prácticas comerciales perniciosas contra ésta, así es como si privilegio cierto tráfico, ciertos paquetes, ciertas aplicaciones o servicios, con valores de contratación o costos diferenciados, estaré atentando contra la neutralidad de la red. Es práctica común desde el marketing, ofrecer, por parte de operadores, servicios sobre Internet, que no consumirán nuestras cuentas corrientes de datos, mensajería IP de ciertas aplicaciones, servicios de streaming de video o videotecas, filmotecas, etc.

Es así como se privilegian ciertos contenidos sobre otros, es decir, conforme la definición tradicional, estaremos atentando contra la neutralidad de la red, en tanto el usuario que es motivado al consumo de ciertos paquetes de datos asociados a los servicios promocionados, estará haciéndolo en detrimento de otros asociados a servicios similares, iguales y competitivos con éstos.

Por supuesto los proveedores de acceso a la red, de servicios o de infraestructura, niegan que esto sea así y se visten de santo al aludir que de ninguna manera ellos alteran los paquetes de datos (cosa cierta), pero si lo hacen con el tráfico de los mismos y llegado al caso podrían comprometer el buen desempeño de los demás paquetes de datos no promocionados.

Acostumbrados a un marketing de nombres, si queremos llamarlo de alguna manera, estas prácticas pueden enmarcarse en lo que algunos denominan «zero-rating». Tal como lo describo, la práctica se traduce en un subsidio de ciertos paquetes de datos por sobre aquellos que no lo tienen, obviamente este subsidio (costos) que los proveedores absorben, se traducen en realidad en enormes ganancias por otro lado, es decir que aquí no existe una práctica benefactora del usuario final sino una práctica comercial para obtener más ganancias a cambio de un subsidio que siempre en muy menor.

La neutralidad de la red colida claramente con los aspectos más comerciales de los negocios de los proveedores, y es natural que así sea. Algunos especialistas incluso confrontan la neutralidad de la red con los derechos comerciales de los proveedores de hacer con sus servicios ofrecidos lo que les plazca, siempre y cuando se enmarquen dentro del derecho, dentro de la ley. Aquí se evidencia otro problema y es la carencia de regulación o incluso de regulación clara sobre neutralidad de la red, muchos países pareciera que están despreocupados sobre la regulación que no poseen, pero será así o simplemente prefieren que el mercado se autorregule. No tienen regulación o la hay muy laxa o es que están promocionando la industria local con empresas proveedoras para las que debe construirse un escenario comercialmente favorable. La discusión está abierta.

Pero más allá de este debate de percepciones o prácticas comerciales, están principios más elevados como el propio acceso a Internet que ha sido declarado como derecho humano, por lo que esta libertad y derecho deja fuera muchas de las lidias antes planteadas.

Otra cara de este dodecaedro, que parece ser el tema de la neutralidad de la red, es la que diferencia aquellos proveedores o servicios regulados y aquellos no regulados. Debemos entender que aunque parezca curioso, se puede regular la operativa comercial de un proveedor (como empresa) pero no sus servicios, por otro lado hay países donde la regulación apunta a los servicios, quienes deseen prestarlos deben sumirse a dichas regulaciones. La televisión paga es una categoría que presenta ambas condiciones dependiendo el país. Y es aquí donde, por ejemplo en Estados Unidos, los transmisores que prestan servicios entre privados, el Estado no los regula.
El escenario en los Estados Unidos está cambiando, retrocediendo peligrosamente a un contexto desfavorable para los usuarios, pero más grave aún para las libertades y con posibles connotaciones que abarcarán a gran parte del mundo, o no. Existe un “depende” hoy por hoy indescifrable, pero el riesgo latente está allí y las consecuencias directas si se verán en la vida de los estadounidenses.

La Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC), en una votación que de por si habla mucho de la controversia interna, aprobó un plan de su Presidente, Ajit Pai, por 3 a 2. Ésta básicamente deja sin efecto iniciativas de la Administración Obama que garantizaba la neutralidad de la red, impidiendo el comportamiento arbitrario de los proveedores sobre el tráfico de Internet vinculado a los servicios que proveen.

Convengamos que lo llamativo es que una democracia republicana como Estados Unidos de por tierra la neutralidad de la red, pues en realidad la neutralidad de la red está ausente en muchos países como China, Corea del Norte, Cuba o Venezuela, y comprometida en otros como Brasil.

Cuando Ajit Pai, expone su defensa a la decisión, argumenta que «los proveedores de servicios en Internet tendrán que ser transparentes sobre sus prácticas, para que así los consumidores puedan contratar el plan de servicios que se adapte mejor a ellos». Un argumento muy pobre teniendo en cuenta que ya se conoce que la inmensa mayoría de los norteamericanos residen en zonas donde hay no más de 2 opciones de proveedores, esto quiere decir que están atados a uno u otro y que en ese escenario comercial, ambos proveedores pueden ponerse de acuerdo para brindar un servicio “manipulado” que obedezca a intereses comerciales mutuos. Este escenario se replica en muchos otros países, de más está decir que en los países en desarrollo muchas veces el proveedor es único.

Desde lo comercial podría abarcar acuerdos por los cuales grandes corporaciones dueñas de ciertas plataformas pagaran para que sus aplicaciones, o servicios sean privilegiados por los proveedores, NetFlix, Facebook, Alphabet, etc. Esto se traducirá seguramente en que parte de esos costos, las empresas los trasladen a las tarifas por sus servicios, la incógnita es qué sucederá con servicios o aplicaciones gratuitas hoy para el usuario final.

Es claro que estas corporaciones podrán hacer frente al pago a los proveedores, pero las pequeñas empresas no podrán o deberán trasladar mayor parte de esos costos al usuario y clientes, por lo que podría ponerlas en riesgo de supervivencia.

Pero también hay una cara blanca, por llamarla de alguna manera, donde los proveedores busquen un giro extraño a este escenario desfavorecedor de los usuarios. Mientras algunos proveedores se alistan para ver como manipular el tráfico y servicios a efectos de obtener mejores ganancias, otros proveedores hagan lo mismo negándose a manipular el tráfico y colocando esto como elemento de convencimiento para captar clientes nuevos. “Mientras ellos manipulan tus servicios, nosotros respetamos la neutralidad de la red”.

En términos técnicos existe un escenario aún más complejo y hasta surrealista, aquel donde el tráfico es redirigido en la red por y hacia donde la neutralidad de la red aún está vigente o como forma de eludir costos de proveedores que incrementarán sus tarifas por servicios de conectividad y tráfico. Si bien es un escenario técnicamente viable, no es posible debido a la complejidad tanto técnica como logística y legal que esto implicaría. Me atrevo a descartar esto como un disparate muy imaginativo. Pero es una más de las líneas teóricas que algunos analistas observan.

Como consecuencias para el resto de países donde la neutralidad de la red mantenga su vigencia, con políticas y marco regulatorio o de facto, estará el encarecimiento de servicios que utilicen proveedores e infraestructura dentro de los Estados Unidos. También para aquellos casos donde se consuman servicios desde aplicaciones por ejemplo, cuyas oficinas estén en los Estados Unidos, aquí cabe la posibilidad de una corrida ordenada de proveedores, que puedan hacerlo, fuera de fronteras. Este escenario si es posible, lo vimos claramente asociado a otro contexto y problemas locales dentro de un territorio como lo fue el intento independentista de Cataluña en España. Las empresas huyeron sin miramientos. Es claro que el escenario no es tan dramático pero es posible que suceda en alguna medida.

Volviendo a Estados Unidos, la afectación de la neutralidad de la red impulsada por Trump y su hombre Ajit Pai, está en la mira de proyectos de ley y regulaciones a estudio, tal vez uno de los que ha tenido mayor notoriedad sea el de la republicana Marsha Blackburn, Presidente del Subcomité de Comunicaciones y Tecnología de la Cámara de Representantes, su proyecto denominado “Ley de Preservación de Internet Abierto”, restablecería dos de los principios en contra de la neutralidad de la red, prohibiría a los proveedores bloquear o ralentizaran el contenido de sitio web en detrimento de otras u otros servicios. Pero al proyecto se le han presentado muchas críticas y dudas, de aprobarse el proyecto de Blackburn, continuaría permitiendo que los proveedores “aceleren sitios web” que paguen dicho servicio de privilegiar el despliegue y la navegación de sus contenidos.

Para finalizar cabe que nos preguntemos si nuestros temores se concretarán en la efectiva eliminación de la neutralidad de la red, todo el escenario conspira para que estemos seguros de que esto sucederá así y que con algunos matices, la neutralidad de la red se ve herida de muerte o termine en terapia intensiva.

Sin embargo, al analizar fríamente el contexto desde lo político, económico, comercial, institucional y hasta de infraestructura, pareciera que hay una clara luz de esperanza de que finalmente el león no sea como lo pintan y la neutralidad de la red sea rescatada, no sin luchar ni problemas, por la aplicación de un racional obvio que es el derecho humano detrás del acceso a Internet y las libertades que deben primar en todo sistema democrático republicano.

Conformada “Battle for the Net”, una organización sin fines de lucro, conformada, entre otros por compañías como Google, Facebook, Amazon, Twitter, Snapchat, Netflix, Spotify, Microsoft, Vimeo, Reddit, BitTorrent, AirBnb, Change.Org, Kickstarter o Greenpeace, se hace muy difícil llegar a concluir que la Administración Trump desoiga a estos monstruos de Internet. Por otro lado organizaciones como la propia Internet Society se opone rotundamente y el principio de neutralidad de la red es línea estratégica de su accionar.

Si este frente de batalla es ignorado, sólo podemos presuponer un escenario muy complejo de enfrentamientos. La conformación de esta organización y otros movimientos, deja en claro que aún las grandes corporaciones para las cuales el lucro es la razón de su existencia, parece no ponerse por sobre intereses mayores y más loables, un acto de nobleza que no deja de sorprender en algunos casos.

La neutralidad de la red está en riesgo, pero la batalla será dura y hay muy buenas posibilidades de revertir este contexto negativo. Resta sólo sumar nuestra voz en apoyo al mantenimiento de este principio rector de la vida moderna y futura. ¡Que se oiga!

Mauro D. Ríos.-

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