Participación sí, pero ¿cuándo y para qué?

Navarra fue hace unos años pionera en Gobierno Abierto. Algo intervine entonces en la puesta en marcha del portal de Gobierno Abierto, y del sitio web de participación del Gobierno de Navarra. Posteriormente, desligado de esas responsabilidades, he tomado parte en otros proyectos de consultas populares y democracia deliberativa, como narro en el libro «La Regeneración del Sistema«.

El cambio de gobierno en Navarra posibilitó el relanzamiento de la estrategia de gobierno abierto. Gracias al Acuerdo Programático, ahora Navarra retoma impulso y lanza, desde el Departamento de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, un «Plan de Impulso de la Participación Ciudadana en Navarra 2016 – 2019». Dentro de las reuniones sectoriales de expertos se apuntó una idea que me gustaría desarrollar aquí. Decía un experto «Se debería establecer un criterio de jerarquización de la necesidad real de ejecutar procesos de participación».

Dentro de los procesos de participación ciudadana, cabe resaltar aquellos en los que se incluye, de alguna manera, a los ciudadanos en la toma de decisiones. La propia decisión administrativa corresponde, en realidad, a los órganos de la administración. Sin embargo, los ciudadanos pueden participar en ella por delegación. La delegación se puede activar hacia un panel de ciudadanos elegidos por cualquier método, pero es más común delegar en el conjunto del cuerpo electoral.

El refrendo del proceso mediante consulta popular parece bastante saludable. No obstante, hay que avanzar en su legislación. En Navarra. la Ley Foral 27/2002, de 28 de octubre, reguladora de consultas populares de ámbito local más parece una rémora que un marco legal. El artículo 2, Asuntos objeto de la consulta popular local es ciertamente restrictivo, y los consistorios tienden a evitarla, por el procedimiento de definir un censo electoral distinto del que aparece en su artículo 3, Sufragio universal.

La Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del régimen local, también es bastante restrictiva, exigiendo, por ejemplo, hasta un 20% de firmas entre los vecinos para que se trate una petición en Pleno.

Dificultades legales aparte, la utilización de las consultas populares informales suele ser bastante superficial, trivial. Los regidores municipales tienden a consultar a los vecinos y vecinas sobre temas de escasa transcendencia, rayanos en el folclorismo. Más arriba refería al caso de la consulta sobre el emplazamiento de una romería popular. Recientemente, el Ayuntamiento de Sevilla consultaba sobre si alargar o no la Feria de Abril. Otro éxito seguro, e intranscendente, son las votaciones sobre el cartel anunciador de las fiestas, por ejemplo, de San Fermín. Éxito de participación, me refiero, ya que la calidad de la decisión tomada es más que discutible, cuando, en el último ejemplo, un cartel diseñado por alumnos de primaria triunfa frente a la oferta de decenas de diseñadores profesionales.

En cualquier caso, convendría regular por ley en qué casos debe recurrirse a una consulta popular, entendida como ratificación de un proceso participativo, en qué casos es aconsejable y en qué casos la consulta popular no es aconsejable. Porque, siendo sinceros, muchas veces se plantean consultas populares como segundas vueltas de unas elecciones perdidas por algunos grupos de interés, como parece ser el caso de Aroztegia. O con la mera intención de obstaculizar algunos proyectos que dichos grupos de interés apoyarían si se realizasen más lejos de sus ordinarios intereses. Es lo que en inglés se conoce como NIMBY, not in my backyard.

Para evitar esta perversión de los procesos de participación y consulta, convendría que una futura Ley (Foral) de Participación Ciudadana definiera cuál es el ámbito de cada consulta. Cuándo determinada política pública, determinado plan de desarrollo afecta solo a un concejo, a un municipio o valle, a una comarca, mancomunidad, agrupación de servicios, merindad, a toda la Comunidad Autónoma (o Foral), o a toda la nación.

Un último aspecto a considerar es la impugnación de los resultados de la consulta popular cuando la participación ciudadana ha sido escasa. Entiendo que la Administración debe actuar de oficio para fomentar la participación, alimentando el debate y utilizando los medios de comunicación para llamar a votar en la consulta, pero, aún así, por cansancio del electorado, por la irrelevancia de la decisión, por su complejidad, o por la oposición de algunos actores políticos, nos encontramos con participaciónes muy exiguas que desaconsejarían la implantación de la decisión delegada. Este punto, por supuesto, debe quedar claro antes de la consulta.

 

0 Comentarios
  1. Hola paisano! Buenas reflexiones si señor. Yo creo que la clave la dáis tanto mi tocayo Javier como tu Iñaki, CULTURA PARTICIPATIVA y eso se consigue en la escuela. Y no me refiero a la escuela convencional, que también y primero, sino en escuelas creadas por las administraciones para la educación en participación de la ciudadanía en general. Nadie dijo que fuera fácil, pero en Vitoria-Gasteiz se está desarrollando un curso piloto que parece ser, está dándo con las claves de lo que puede ser un buen programa para enriquecer a la ciudadanía en el sentido de participación. Es un proceso lento, pero como todos sabemos, construir es más complicado que destruir y debemos ser conscientes que hasta ahora todo lo que ha pasado es que se ha destruido la poca cultura participativa que pudiera haberse creado después del 75, en el que parecía que un nuevo horizonte se abría. Os dejo enlace a HEI La Escuela Abierta de la Ciudadanía de Vitoria-Gasteiz, para ver que os parece.

    Salud y Bien Común!

  2. Autor

    Gracias por tu aportación, Javier. Desde luego, la creación de una cultura participativa es importante, y más en esta Comunidad que ni siquiera fue convocada a votar su Estatuto (Amejoramiento).

  3. De acuerdo con tus reflexiones Iñaki. Sin embargo se están desarrollando actualmente en Navarra procesos de Participación bastante interesantes que traspasan el mero hecho puntual y que están ayudando a la creación de una cultura participativa entre la población, algo que hasta ahora no existía.

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