Pensamiento Disruptivo

Solemos asociar el pensamiento disruptivo al empoderamiento de la imaginación, incluso a la innovación. Una disrupción es aquello que produce una ruptura o interrupción brusca. Por supuesto en este caso hablamos de un sentido simbólico.

Ahora bien, de qué interrupción brusca hablamos cuando a pensamiento nos referimos. Esta interrupción no es más que un simbolismo al modo tradicional de pensamiento, el famoso “click” que se produce en nuestra psiquis al interrumpir un anquilosado modo de pensar y pasar a hacerlo, como suele decirnos el cliché, “fuera de la caja”.
En el mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), una tecnología disruptiva es aquella que ingresa dando por tierra lo actual y provocando en el inmediato o corto plazo, otra tecnología. Es decir, se traduce en la sentencia de muerte de una tecnología o técnica anterior. Siempre en un sentido simbólico, muchas veces las tecnologías disruptivas continúan conviviendo hasta decenas de años con sus predecesoras en una mixtura que muchas veces no tiene otra razón de ser que fundada en costos, temas operativos, intereses comerciales o hasta políticos.

Si vamos a otro campo de aplicación del concepto de disrupción, podemos ver que en materia eléctrica y de conductores, se suele denominar descarga disruptiva cuando la diferencia de potencial entre dos conductores eléctricos es notoria y produce lo que vemos normalmente como una chispa.

Como vemos la interrupción brusca, salvo excepciones precisas de aplicación, es más bien un sentido simbólico ante un modo de pensamiento que desafía los estadíos históricos, esas imposiciones mecanicistas e industriales de un modelo educativo muy arraigado en nuestras mentes y que ha condicionado desde siempre nuestra capacidad de abordar la vida y sus situaciones.

Se suele decir, y comparto, que el pensamiento disruptivo es la base de la innovación, pero aquí debe hacerse una precisión y es que la innovación no es precisamente sinónimo de novedoso, moderno o tecnológico de última generación.

Innovación es un cambio que introduce aspectos nuevos sí, pero se refiere a la modificación de elementos con el propósito o el fin último de hacerlo mejores, innovar no es otra cosa que agregar valor, en todo su sentido, aun revirtiendo algo a su estado anterior.

Algo que poco se sabe o advierte es que innovar estrictamente también significa volver algo a su estado anterior, si bien esta definición se ha dejado de usar por la avalancha de marketing que ha significado el transformar equivocadamente el concepto de innovación como sinónimo de nuevo.

Siendo estrictos podríamos decir que estamos innovando cuando volvemos algo a su estado anterior, tal vez porque no funcionó, no dio los resultados previstos o simplemente porque fue un cambio momentáneo. Seguro encontramos muchos de estos ejemplos como el famoso caso de una bebida gaseosa que cambió su fórmula sólo para volver a la original poco después.

El pensamiento disruptivo y sus procesos de elaboración, no surgen sino bajo entrenamiento, debemos aprender a pensar de nuevo, estamos programados desde la educación formal para no imaginar, no innovar, no salirse de la caja (salvo excepciones y modelos ensayados en instituciones de por si disruptivas).
Es así que podemos concluir que el pensamiento disruptivo es una innovación en la aplicación del conocimiento, que se traduce en aprendizaje, por lo general, fuera de los ámbitos usuales de formación.

Podemos ver y constatar que las empresas u organizaciones que han experimentado el sabor de la disrupción en el pensamiento de sus empleados, ya sean jerárquicos u operativos, buscan y así lo promueven, un mejor retorno económico, esto si bien es lógico y por supuesto no es criticable desde una perspectiva económica de un negocio que obviamente debe abogar por su supervivencia, si es un modo simplista de ver el punto.

La disrupción aplicada al pensamiento y donde este pensamiento se traduce en ideas y por consiguiente puede derivar en acciones, proyectos, procesos, productos o servicios, conlleva una tasa muy alta de error, de fracasos, de fallas y de experimentación. Si esta realidad no es asumida como parte de los abordajes disruptivos en las organizaciones, pueden sucederse situaciones de frustración, pero peor aún, puede derivar en cuestionamientos de quienes llevan adelante dichos procesos e innovación.

Cómo se entrena en pensamiento disruptivo, sin dudas es la pregusta de quienes han advertido el valor de ello. No hay respuestas fáciles ni verdades reveladas, existen modos muy sencillos que pueden llevar a un individuo a ensayar ante situaciones que lo fuercen a enfrentarse a la falta de lógica, de racional, que lo enfrenten a situaciones que lo obliguen a salir del molde de formación y educación al cual está acostumbrado.

Siempre me pareció interesante escuchar a Luke Williams cuando nos dice que el principal asesino de la innovación es el “sentido común”. Ya que el sentido común proviene precisamente de la formación tradicional y de los estamentos societarios clásicos, por lo cual dicho sentido común no es innato sino adquirido. Es claro que el sentido común rige mucho de nuestras vidas y así debe ser, es un factor de supervivencia primordial del hombre moderno. No obstante en materia evolutiva de nuestro Ser como co-creadores de un mundo que aún no imaginamos, éste se vuelve un inhibidor condicionante del accionar, nos paraliza y se transforma en los muros de esa caja de la cual nos cuenta salir para pensar.

Volviendo al entrenamiento, podemos comenzar con un ejercicio que denomino “La merienda animal”, donde nos obligamos o sugerimos si es que estamos moderando un grupo, que imaginen un animal que no exista, luego pongámosle un color extremadamente ridículo, démosle ropa de verano, y supongamos que este animal va a la escuela y necesita una merienda. Deberemos imaginar cada elemento de esa merienda y argumentar por qué comerá o beberá esos elementos, las justificaciones deben ser lo más extensas posibles y aplicando argumentos científicos desde la perspectiva de lo que sepamos, aún no siendo científicos.

Con este tipo de ejercicios, saldremos de la caja. La recurrencia de esta práctica logra implantar una manera de pensar que extiende nuestras capacidades rompiendo en parte el sentido común. Existen personas, grupos y hasta organizaciones que desde lo estrictamente profesional hasta lo trivial, cuentan con una asombrosa capacidad para que el pensamiento disruptivo sea su modo de vida.

Algo que no podemos presumir es que el pensamiento disruptivo es o será sinónimo de éxito, ni en lo personal ni en lo profesional, pero si es factible que sea un factor determinante en los resultados positivos y hasta exitosos que obtengamos.

Cómo ya he dicho, la disrupción y el pensamiento disruptivo rompe códigos, da por tierra paradigmas y esto no es sencillo. No resulta fácil sustentar ideas fuera de la caja, pero no imposible. Podemos encontrar mil maneras disruptivas de revolver una taza de café, pero eso no quiere decir que resulten prácticas o posibles, es decir, no es garantizada la viabilidad de la disrupción.

Sólo para distender el análisis, les invito a conocer la organización “Improv Everywhere”, casi podríamos decir que no es más que un grupo de personas disruptivas, que han llevado a otro nivel lo que una década atrás se viralizó como “intervenciones urbanas”. Este grupo, entre muchos experimentos, se propuso un día congelar la mítica Estación Central de New York, el resultado habla de cómo el sentido común está distante en nosotros para racionalizar este tipo de acciones colectivas cuando no somos parte de ellas (https://youtu.be/jwMj3PJDxuo).

Ahora bien, el pensamiento disruptivo se relaciona con otro elemento que conocemos bien y es la “zona de confort”, aquella donde nos sentimos seguros, a salvo, donde dominamos el ambiente, es allí donde vive, entre otros inhibidores, el sentido común. La puerta de esta zona tiene una cerradura muy buena y la llave es diferente para cada uno de nosotros, para algunas personas la llave se llama “valor”, para otros se llama “necesidad” o “motivación”.

En lo personal prefiero ver esta cerradura como si fuera de combinación, donde hay varios números, varios factores, que combinados correctamente logran abrir esta puerta, por ejemplo la combinación puede ser “valor”, “necesidad”, “confianza”, “autoestima”.

Fuera de esta zona está lo que algunos especialistas denominan “zona de aprendizaje”, es allí donde vivimos la mayor parte del tiempo mientras crecemos desde niños hasta adolescentes. Más allá de la zona de aprendizaje se encuentra la “zona mágica”. Esta zona es la que cobija el pensamiento disruptivo, mientras no lleguemos allí, no estaremos preparados para aprehender este nuevo modo de concebir las cosas. Obviamente el mayor logro es poder trazar caminos de ida y vuelta de una a otra de estas zonas a lo largo de la vida y tener pleno control sobre estos viajes.

Es bueno recordarnos que el pensamiento disruptivo es innato en cuanto a la experiencia de vida en los niños, y es la educación actual en su modelo la que poco a poco inhibe esta capacidad, donde también nosotros los adultos en nuestros roles de padres o simples referentes en los ambientes donde los niños se desenvuelven, contribuimos a esa inhibición. Sobre este aspecto y sin pretender invitarlos a filosofar o lecturas profundas, recomiendo escuchar a Ken Robinson (https://goo.gl/HzPcJZ ; https://goo.gl/oDATpx).

En la segunda charla que les referencio de Ken Robinson, nos dice algo que suena muy duro, y que me ha llevado innumerable veces a reflexionar al respecto, nos dice que los títulos (titulaciones universitarias) ya no importarán en el futuro.

Esto podrá ser un supuesto, una teoría o un planteo arriesgado sobre bases que hoy estamos obteniendo de las investigaciones, sin embargo es claramente la conclusión de un pensamiento disruptivo que contradice el sentido común, la naturaleza más tradicional de la formación tanto académica como la de ámbitos empresariales, gerenciales y directrices.

Casi al cierre, se hace necesario abordar un último aspecto, el temor a al pensamiento disruptivo, esto podemos traducirlo en manos de las organizaciones como el temor a la innovación. Aquí me detengo un momento en aquella frase que dice que uno debe estar cerca de los amigos pero más cerca de sus enemigos; así es como algunas organizaciones introducen la idea de innovación como parte de su accionar, sus estrategia o de su planificación, incluso crean estructuras o roles asociados a la idea.

Y aquí sucede la perniciosa magia, estas organizaciones temen exponerse a la disrupción porque sabemos que implica riesgos, costos y hasta el peligro latente de advertirnos que hemos estado equivocados en productos, servicios, estilo de dirección, procesos o procedimientos. Es entonces cuando las organizaciones montan escenarios quiméricos donde la innovación pareciera fomentarse pero siempre bajo un control que la restringe al momento de concretarse, al momento de traducirse en acción o convertirse en implementación. La innovación se desvanece, se esfuma, pero siempre está fomentada y se generan espacios, grupos de trabajo, actividades inspiradoras, motivación y hasta declarativas llevadas al papel, pero a la hora de la concreción, estas organizaciones siguen pasos firmes en lo tradicional.

Claro está, este modo de actuar conlleva poco tiempo de vida y a la larga se acrecentan las frustraciones, los enojos en el personal y por supuesto, la propia organización al no innovar, al no permitirse ser disruptiva.

El pensamiento disruptivo no es la panacea, es un modo de abordar situaciones o motivar las mismas, fuera de los usuales moldes del comportamiento humano. Somos sujetos biológicamente predispuestos a seguir el sujeto Alfa, pre dispuestos a seguir órdenes o a dejar que otros asuman riesgos o la toma de decisiones. Nos sumamos a las mayorías en una actitud simplista de convivir y actuar.

Pensar disruptivamente es un procesos de re educación para volver a ser el ser humano libre que todos supimos ser de niños. Volvamos a ser disruptivos.

Mauro D. Ríos

Nota: paper publicado originalmente en Academia.edu https://www.academia.edu/35452616/Pensamiento_disruptivo y motivado por la publicación de un video y comentario en LinkedIn con casi 100.000 visualizaciones https://www.linkedin.com/feed/update/urn:li:activity:6343922692663582720

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