En el año 2008 nació esa palabra rara que se ha puesto tan de moda últimamente: el blockchain. Y aparece como tantas otras cosas del mundo de Internet: como una idea, sutilmente detallada en una lista de correo de un conocido sitio de criptografía, publicada bajo alias de un personaje, aún hoy enigmático, que puede enorgullecerse de contar desde su anonimato con un patrimonio calculado aproximado de 1.000.000 de bitcoins. Si en 2010, 1 bitcoin no pasaba del céntimo de euro, a día 4 de octubre de 2018, un bitcoin equivale a 5.668,97 euros.
El propio bitcoin, la conocida criptomoneda, se ha convertido en uno de los primeros productos de esta tecnología emergente, como también el ethereum, la plataforma de contratos inteligentes. Ambos se basan en la filosofía propia del blockchain: el encadenado de datos en una base de información sostenida mediante una red de nodos “peer-to-peer”. Es, en ese sentido, capaz de generar un registro electrónico sustentado en la confianza de numerosos participantes, alineados en una red que emplea su capacidad de cómputo para resolver problemas complejos, realizar o firmar transacciones, dar fe de eventos, o cualquier cosa que se nos ocurra, almacenando los registros de esa actividad en bloques encadenados, con referencias cada uno al anterior (hash), y protegidos por una suerte de algoritmo confiable por las partes con diferentes capas y niveles de seguridad (blockchain abierto o cerrado).
Durante los últimos meses me he interesado en mis ratos libres en el potencial de esta tecnología, y he estado revisando algunas de las pocas piezas de literatura relativa al sector público sobre blockchain. El conocimiento es escaso, pues se trata de un producto emergente, ya no sólo para el propio sector público, sino también en el mundo privado. En esta entrada de blog me gustaría compartir algunas de las ideas que más me han llamado la atención en los pocos trabajos que he podido revisar, extraídos por mi de revistas científicas o de actas de congresos de calado internacional.
El propósito de esta breve entrada no es, por tanto, explicar en qué consiste esta tecnología, sino ver como la literatura académica del sector público la está empezando a abordar. Para entender mejor de qué va blockchain, os enlazo algunas entradas también de NovaGob que pueden resultaros de interés:
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Blockchain en las Administraciones Públicas: no eres tú, soy yo
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¿Sabes que puede aportar Blockchain a las Administraciones Públicas? Parte 1 y Parte 2
- El grupo sobre Blockchain en NovaGob, donde puedes participar en debates relacionados.
En base al contenido que he podido ir leyendo la academia parece estar trabajando, en mi opinión, fundamentalmente en tres líneas distintas pero conexas:
1. Posibles beneficios e implicaciones del blockchain en el sector público.
En general los artículos científicos que he podido consultar tratan al blockchain con bastante híper-optimismo. Os señalo algunos de los aspectos potencialmente beneficiosos:
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Mejora la transacción e intercambio de información en la administración y con el ciudadano. Se trata de una tecnología capaz de inventariar información de forma segura y transparente, que permite llevar un seguimiento constante de cualquier proceso a través de un historial de sucesivos eventos.
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Al tratarse de una innovación en la unidad de información, siendo éste el recurso organizativo más importante de una administración pública, supone una mejora capaz de afectar a todo tipo de procesos y estructuras organizativas, así como a servicios tales como el voto, patentes, ideas, análisis de reputación, información sanitaria, datos educativos, o archivos policiales, entre muchos otros.
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Reducción del fraude y la corrupción, a través de registros distribuidos que permiten que cualquier posible cambio en la información no pase desapercibido, y mejoras en la transparencia, ya que cualquier cambio puede ser visualizado por los diferentes nodos de la red.
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Incremento en la confianza del ciudadano, ya que toda transacción del sector público podría ser controlada y verificada desde múltiples nodos. Esto mejoraría, además, la propia capacidad de auditoría del sector público.
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Reducción de costes, ya que no es necesario involucrar directamente recursos humanos en el proceso de validación. Esto también supondría un menor número de errores administrativos, puesto que las validaciones y transacciones pueden ser automáticas.
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El acceso a la información es mucho más rápido, y además, se incrementa la privacidad de las transacciones, pues se pueden configurar niveles de seguridad de forma tal que sin la presencia de claves de cifrado un usuario malintencionado no pueda ver el contenido concreto de una transacción.
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Las transacciones se “democratizan” lo cual debería influir positivamente en la legitimidad del sistema institucional.
Sin embargo, la propia literatura advierte que no debemos ser excesivamente optimistas:
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La implementación de blockchain en cualquier organización exige un cambio completo en la forma de trabajar con la información, y la adaptación de las tecnologías existentes.
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Aunque el nivel de seguridad e inmutabilidad de la información es alto, ningún sistema es totalmente seguro.
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La inmadurez actual de blockchain, unido también a un desconocimiento sobre su funcionamiento, lo convierte en una tecnología todavía extraña, cuya evolución no parece clara, aunque se adviertan potenciales usos futuros, como los contratos inteligentes. Es decir, podemos estar ante todo un fracaso de tecnología, o hacia una posible forma futura de realizar transacciones e incluso de prestar servicios públicos.
2. Casos de adopción inicial de blockchain en el sector público.
Aunque pocos, los artículos que he ido consultando resaltan algunos casos particulares en los que se está produciendo una adopción paulatina de blockchain. En Jordania, por ejemplo, y este me ha parecido especialmente interesante, la Organización de las Naciones Unidas emplea ya el blockchain para la identificación de personas en los campos de refugiados. Cuando llegan a esos campos, los refugiados se someten a un escaneo de iris biométrico, que se almacena en un bloque, y se relaciona con la información financiera del individuo, permitiéndole adquirir productos de alimentación en el campo, reduciendo así también cualquier posible fraude.
En el sector sanitario, por ejemplo, algunos autores han propuesto soluciones blockchain que mejoran la interoperabilidad entre administraciones sanitarias, así como la distribución de consulta e información entre pacientes, agencias de seguro médico y clínicas (públicas o privadas). Por ejemplo, en la consulta sobre si un paciente tiene un determinado servicio cubierto por su seguro médico, el blockchain puede mejorar el intercambio de información entre las instituciones a la vez que respeta la privacidad del paciente.
Finalmente, aunque no sea un caso en si mismo, se destaca el posible uso de contratos inteligentes en instituciones públicos, a raíz del éxito de ethereum. Estos contratos podrían convertirse en complementos o sustitutos de contratos legales, generados a través de un procedimiento completamente automatizado.
3. Marco de análisis del blockchain en el sector público.
A través de este tipo de marcos, académicos e instituciones pueden entender cómo se está adoptando una determinada tecnología y evaluarla de acuerdo a dimensiones de análisis.
El único marco que he encontrado por el momento es el propuesto por Fridgen et al (2018). A continuación, especifico algunas de las dimensiones en las que se basa:
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Dimensión técnica. Cuando el analista se aproxima a la adopción de blockchain en el sector publico debe prestar especial atención a la mejora de la calidad y rendimiento del servicio, las potencialidades para la interoperabilidad y la escalabilidad, entre otros.
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Dimensión funcional. Se debe prestar especial atención a los costes de desarrollo y mantenimiento de los sistemas, así como a la integridad, flexibilidad y transparencia del proceso o procedimiento afectado por el blockchain.
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Dimensión legal. Finalmente, la privacidad de la información, los derechos de los empleados públicos, así como posibles legislaciones futuras en esta materia deben ser elementos a considerar.
Dejo aquí tres de los artículos que he revisado, y que me han parecido más interesantes, por si tenéis posibilidad de acceder y consultarlos por vuestra cuenta.
Esperando que os haya resultado de interés, no dejéis de poner vuestros comentarios y ¡nos vamos leyendo! 😉